El día 31 de julio del año pasado falleció mi amigo Bonifacio, Boni según le llamábamos. No puedo olvidar su forma de ser, su entusiasmo, entrega y su don de gentes. Cuando hablaba de la enseñanza él siempre decía que le gustaba y que era su vocación. Y realmente así sucedió. Toda su vida la dedicó a la enseñanza. Los alumnos le apreciaban por su convivencia, por sus buenos consejos y por su dedicación.
Coincidí con él en diversos sitios: uno de ellos fue el colegio de Venta de Baños. Allí organizó entre los alumnos el concurso “Los Mejores”, que llegó a tener un nivel muy alto no solamente en el colegio sino también fuera de él. ¡Cómo vivíamos esos momentos de enfrentamiento cultural, con las preguntas y respuestas y con los “sketchs” cómicos con los hermanos Riestra, que se convirtieron en unos auténticos humoristas gracias al apoyo que él les daba en los ensayos. El salón de actos siempre estaba muy concurrido por los padres de los alumnos y amigos del colegio, con la certeza de que iban a pasar unos momentos muy gratificantes.
También coincidimos en Salamanca cuando éramos estudiantes. En un teatro de la ciudad se representó “El condenado por desconfiado” y él fue el protagonista principal cautivando al público con una acertada interpretación.
Ya hace un año que no pudo vencer la enfermedad. No se me fue un amigo; simplemente se me adelantó, porque para allá vamos todos.
Coincidí con él en diversos sitios: uno de ellos fue el colegio de Venta de Baños. Allí organizó entre los alumnos el concurso “Los Mejores”, que llegó a tener un nivel muy alto no solamente en el colegio sino también fuera de él. ¡Cómo vivíamos esos momentos de enfrentamiento cultural, con las preguntas y respuestas y con los “sketchs” cómicos con los hermanos Riestra, que se convirtieron en unos auténticos humoristas gracias al apoyo que él les daba en los ensayos. El salón de actos siempre estaba muy concurrido por los padres de los alumnos y amigos del colegio, con la certeza de que iban a pasar unos momentos muy gratificantes.
También coincidimos en Salamanca cuando éramos estudiantes. En un teatro de la ciudad se representó “El condenado por desconfiado” y él fue el protagonista principal cautivando al público con una acertada interpretación.
Ya hace un año que no pudo vencer la enfermedad. No se me fue un amigo; simplemente se me adelantó, porque para allá vamos todos.