He asistido a una boda no muy corriente pero feliz y divertida: la de mi hija. Llevan juntos casi diez años y tienen un hijo de treinta y tres meses, mi nieto, que es la alegría de la familia. Además, el novio iba acompañado de sus otros dos hijos, uno de quince y otro de dieciocho.
Así que llegaron al juzgado en el coche, con el novio conduciendo, la novia a su lado y los tres hijos detrás. Aquí, antes y después, una lluvia de fotos inundó el ambiente gracias a un fotógrafo profesional.
A la salida, después de una ceremonia cortita, los pétalos de rosa volaron sobre la pareja.
Ya en el restaurante, cada uno en su correspondiente mesa, esperamos a que llegaran los novios, que entraron con el sonido de la música escogida (la banda sonora de "El último Mohicano") y aplausos.
Hubo un tarta artificial, como se estila ahora, para la memorable fotografía y después se sirvió a cada comensal una tarta de manzana con helado. Al final, con los cafés, llegó otra tarta de gominolas confeccionada por la novia: toda una obra de arte que gustó a pequeños y grandes.
En el brindis, la novia dirigió unas palabras a los invitados, dando las gracias a los presentes y recordando a los que ya no están con nosotros.
No hubo cortes de corbata ni paparruchas parecidas. Se repartieron unos pequeños regalos para las mujeres y otros distintos para los hombres y los niños.
Creo que en general pasamos un buen día. Yo, por lo menos, me reí “a reventar”. ¡Qué agradable es reunirse con la familia!
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No recuerdo cuándo fue la última vez que me reí así |
Sobre este tema de las bodas se han escrito muchos preceptos; algunos jocosos, picantes y otros decentes. He escogido estos últimos porque se ajustan más a mi estilo.
- A la novia mas guapa del mundo, felicidad de todo corazón.
- Antes de poner en duda el buen juicio de tu mujer, fíjate con quién se ha casado ella. ( Proverbio egipcio)
- Cuando un hombre está loco por una mujer, ella es la única que puede curar su locura.