miércoles, 26 de febrero de 2014

OTRA VEZ EN EL HOSPITAL

Este mes de febrero que acaba he pasado una semana problemática. Urgentemente me llevaron al Hospital porque tenía una bacteria en la orina que después pasó a sangre y me encontraba muy cansado y con fiebre. Después las secuelas me retuvieron en casa otra semana más. Gracias a Dios que, como en otras ocasiones, me curaron a tiempo: otra enfermedad más que tengo para “mi colección” (ver Estoy diplomado y Una Semana Santa distinta).

Me veo reflejado en la frase bíblica que dice: "Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados”(Lc. 12.6).
Alguna noches, en medio de la soledad del Hospital, se me saltaron la lágrimas. Un lloriqueo emocional, sin llanto, como si fuera una antorcha encendida de sentimientos, de recuerdos de las veces que he pasado por urgencias, de agradecimiento, y sobre todo de ilusión por seguir viviendo. La vida es lo más grande que tenemos.
El llorar de emoción forma parte de nuestra vida y nos da fuerzas para hacer frente a los problemas que en el futuro se nos presentarán.

El llanto es igual que la risa. Ambos tienen efectos parecidos: eliminan la tristeza y son beneficiosos para la salud. ¡Así que a llorar…! Notaremos una sensación de bienestar que nos hará felices.
Leyendo a Federico García Lorca anoté una graciosa frase que dice:  
Quiero llorar porque me da la gana