sábado, 23 de octubre de 2010

RECITAL DE PIANO

Luis Fernando Pérez

En el salón de actos de la Universidad ESIC, en Madrid, se celebran desde hace 18años los Ciclos de Música Clásica. Esta iniciativa fue puesta en marcha gracias a la creatividad de su director, P. Simón Reyes Martínez Córdova SCJ, que con la colaboración del Departamento de Antiguos Alumnos de ESIC (Aesic) organizan conciertos con la intención de promover una actividad cultural sensibilizando (gratis et amore) a los amigos y allegados de la Universidad.

La presentación corre a cargo de Rubén Darío, que muestra en todo momento sus conocimientos de la música clasica.

En el recepción, antes de la entrada al salón, están las secretarias Nuria y Ana; siempre atentas para que todo esté a punto. Atienden al personal, guardan los abrigos y ofrecen al público unos bombones como "aperitivo" para que trabaje el sentido del gusto puesto que, más tarde, gozarán la vista y el oído.

El escenario tiene una capacidad de 198 personas y está construido en forma de abanico, de tal forma que se logra crear un ambiente íntimo y familiar.

En el último concierto disfrutamos de la brillante actuación al piano de LUIS FERNANDO PÉREZ, nacido en Madrid en el año 1977. Su carrera le ha llevado por diversos escenarios de Europa, Asia y Estados Unidos.

Hizo una interpretación magistral. El atril estaba vacío. Todas las partituras (diez en total) estaban en su cabeza. Veíamos cómo los dedos de las manos bailaban en el espacio y descendían velozmente al teclado creando una armonía espectacular. Con frecuencia la mano izquierda invadía el territorio de la mano derecha con una habilidad y destreza increible. Los que asiduamente asistimos a estos conciertos estamos acostumbrados a ver artistas de altura pero creo que Luis Fernando se ha llevado el" Magna cum laude".

Según me he informado, tiene programado actuar en lugares como Tokyo, París, Bruselas, Varsovia, Nantes, Bilbao, Oviedo, Gijón, Lima....

¡Qué gran artista, con todas las letras, he descubierto!

sábado, 16 de octubre de 2010

"ESTOY DIPLOMADO"


Varias partes de mi cuerpo han sido señaladas con algun tratamiento médico porque necesariamente había que intervenir y operar. En mi memoria están guardadas como "Máster o diplomas" aquellas intervenciones de las que he sido objeto en estos años de jubilación y que los profesionales de la medicina han realizado felizmente:
El Cirujano, con el apéndice. El Otorrino, con el tabique de la nariz. De nuevo el Cirujano, con un quiste sebáceo. El Traumatólogo, con el juanete. El Urólogo, con la próstata. El Oftalmólogo, con las cataratas.El Oncólogo y Cirujano, con un pólipo en el recto. El Endroquino, con la diabetes. El cirujano, una vez más con la vesícula. La Nefróloga, con la insuficiencia renal. La Dermatóloga, con la dermis del cráneo. La Cardióloga, con el corazón. La Neuróloga, con el cerebro. El Traumatólogo, con la prótesis en la cadera. La Neumóloga, con los bronquios... Largo historial ,¿verdad?
Una vez tuve la idea de ofrecerme como donante de órganos, pero pensándolo bien me dije: ¿Qué órgano tengo bueno que a otros pueda beneficiar? ¡Qué cosas me pasan! Con este abanico"tan hermoso" he de conformarme y agradecer que tengo la oportunidad de contarlo. He de dar gracias a Dios porque de momento tengo un bastón donde sujetarme y no una silla de ruedas. Siempre he tenido fe en que la oración ayuda y pido con frecuencia por los demás y si Dios me concede esto, tendré que orar diciendo " ¡Señor, déjame como estoy!"

sábado, 2 de octubre de 2010

SOÑANDO CON MORERUELA (Zamora)

Cierto día, estando en la cama sin poder dormir, estuve dándole vueltas a mi estancia en Moreruela (Si queréis podéis ver la entrada que publiqué en su día aquí ). Creo que llegado determinado momento, caí en el sueño y esto fue lo que vi.

Tenía grabadas en mi mente las gloriosas ruinas. Veía un grandioso ejército de jinetes. Eran canteros que a la vez eran monjes con vestiduras blancas y que llevaban la cabeza tonsurada. Cada cantero llevaba una lanza con sus respectivos anagramas. Atrás, en el lomo del caballo, iba colocada una piedra marcada por ellos mismos: se podía ver el dibujo de una serpiente, una llave, una cabra, etc...

Pasaban delante de un palco presidencial, envueltos en una nube de arena . El olor era pestilente, como a cieno y al mismo tiempo las piedras exclamaban: ¡¡ Dios existe!! ¡¡Dios existe!!

Una multitud de jinetes volaban al son del "Venit Creator", como música de fondo y se dirigían en tropel a la construcción de la iglesia. Cada uno sabía dónde debía colocar la piedra y así hasta llegar al ábside de forma que terminaron en el día. Dejaron sus caballos en las cuadras y postrados en el suelo entonaron el "Tedeum laudamus". Yo me encontraba al final de la iglesia y era impresionante ver una gran alfombra blanca, originada por la postración de los monjes.
Al terminar de cantar el himno, todas las piedras del ábside repetían: ¡Dios existe! ¡ Dios existe!.

Una claridad entra por las siete ventanas del ábdide. La misma que me despierta al atravesar la ventana de mi cuarto.

¡Hay que ver, qué cosas, las que se sueñan! ¡Qué misterios, los que tenemos en la cabeza!