martes, 30 de septiembre de 2014

YA TE DIGO...

Al pasarme por el blog de Josefa leí una anécdota sobre unas gallinas que tenía en su casa y me vino a la cabeza un recuerdo de mi niñez.
Mi padre era carpintero y tenía en el patio, medio cubierto, una pequeña carpintería donde realizaba sus trabajos: los vecinos le llevaban para arreglar, sillas, mesas, etc...
Un amigo, agradecido por un trabajo que mi padre no quiso cobrar, se presentó en casa con un conejo que compró en el mercado. Mi padre, que era muy ingenioso, fabricó en un rincón del taller, con listones y tablas, una pequeña cabaña a modo de madriguera, de tal forma que no se veía el fondo. El conejo salía de vez en cuando para alimentarse.
Pasó cierto tiempo y llegó la celebración de un cumpleaños por lo que se pensó en sacrificar a nuestro conejo. Me acuerdo  de que mi padre nos aconsejó que no presenciáramos la escena pero hicimos caso omiso porque sentíamos cierta curiosidad y, a escondidas, observamos lo que nunca habíamos visto. Nos impresionó mucho a mis hermanos y a mi . Fue un momento que no pudimos olvidar.  
Pasaron unos dos días cuando, estando yo en la carpintería, observé que salía de la madriguera un conejito que era una monada. Corriendo fui a la cocina, donde estaba mi madre. 
- ¡Mamá , mamá ….! - grité radiante de alegría.- He visto entre las maderas un conejillo muy pequeño.
Mi madre, que no se lo podía creer, me acompañó hasta el lugar indicado y esperamos a que saliera. Llegó el momento y ¡oh sorpresa!: no era uno, sino tres. El animal que habíamos sacrificado era una hembra.
Nos entró una gran alegría aunque después recordamos lo que habíamos hecho y pasamos un momento muy malo y muy triste. Habíamos dejado huérfanos a los pobres conejitos.

sábado, 13 de septiembre de 2014

SE HA IDO UN AMIGO


Estoy dándole a las teclas desahogándome del golpe que hemos recibido; unas lágrimas de tristeza empañan los cristales de mis gafas, sin poderlo remediar. 
Leer más sobre él en esta entrada: Mi mascota
Nació en Nueva Sierra (Guadalajara). A los veinte días llegó a nuestra casa, donde ha  permanecido 17 años. 
De cachorro hizo sus travesuras: jugó con cortinas, cojines, prótesis. De joven viajó siempre con nosotros. Hicimos lo posible por encontrarle una pareja para que disfrutara más de la vida, pero fue imposible. De mayor, fue muy competente:
  • Prestaba atención a las visitas que llegaban a casa, con un juguete en la boca. 
  • Era un amigo, y sobre todo uno más de la familia. Siempre junto a sus dueños, dispuesto a acompañarnos. A la hora de comer, dejaba su comida y se acercaba a nuestra mesa para ver qué le caía. 
  • Él no entendía de política, ni de fútbol, ni de guerras. Pero hablaba mucho con su cola y con su lengua que, de vez en cuando, acariciaba mis pies.
  • Tampoco sabía si yo era pobre o rico, feliz o desdichado, sano o enfermo, pero con su mirada expresaba su felicidad y alegría gozando de mi presencia.
  • En invierno, por las noches, cuando se acostaba para dormirse, yo le tapaba con su mantita y él algunas veces levantaba la cabeza y sacaba su lengua en señal de agradecimiento. Era un pequeño gesto, pero a mí me llenaba de satisfacción. 
  • Cuando venía mi nieto a casa, se iba junto a él, esperando una caricia de su tierna y cariñosa mano. Si alguna vez estaba tumbado, mi nieto iba a abrazarlo mostrando lo mucho que le  quería. Se nos fue el día 11 de septiembre, el mismo día que mi nieto cumplía veinte meses. 
Los años tienen su peso. Las enfermedades llegan sin desearlas. Un tumor canceroso le invadió la mandíbula. Casi no veía. Algunas veces, estando en casa, se perdía. Le falló el olfato y la dentadura, de su boca colgaban babas y su andar era fatigoso. A pesar de todo, nunca perdió el apetito. 

Lo llevamos a las veterinarias, humanas y realistas. Nos dijeron: " Si el perro realmente hablara les diría que preferiría morirse".  Agradecimos los buenos consejos y nos resignamos a enfrentarnos a la realidad. No había nada que hacer. Se le tuvo que aplicar la última inyección de su vida. Mi mujer, mi hija y yo estamos entristecidos por este difícil momento, pero sabemos que ha sido un perro feliz al que no le ha faltado de nada.

Adiós, amigo. Tardaremos mucho en hacernos a la idea de tu ausencia. Tu convivencia nos ha hecho muy felices. Muchas gracias.  

"Un perro es la única cosa en la  tierra que te amará más de lo que tú te amas a ti mismo" 

(Josh Billings)