jueves, 28 de mayo de 2009

DE NUEVO AQUÍ

El jueves día 21 llegamos al hospital de Alcorcón y fuimos a recepción para pedir una silla de ruedas. Una azafata nos esperaba. Cuando hubo un grupo considerable de personas, comenzó a nombrar. Éramos unos 20, casi todas mayores. Formamos una comitiva con la azafata al frente y realizamos un desplazamiento, como si fuese un tour turístico por los largos y anchos pasillos del hospital. Dos sillas de ruedas cerraban el grupo: una de ellas era la mía. Llegados a la 2ª planta, la azafata empezó a distribuir al personal. Me tocó una habitación con vista panorámica: un gran ventanal ocupaba toda la pared exterior. La vía del tren quedaba bastante retirada del edificio.¡Cuánto hubiera disfrutado viendo detrás de la vía unas verdes montañas o un ancho mar! Pero nada de eso. Sólo veía edificios y más edificios. Puse los pies en el suelo y dejé de soñar.
-¡Ojo!- me dije -¡Estoy aquí para operarme, no de vacaciones!



Llegó el momento de la cena. Aquí, en este punto, no me valió la poesía. Debo ser realista. Me ofrecieron, como a todos, ¡comida de enfermos!
Mi compañero, madrileño de 84 años, llevaba 18 días hospitalizado porque tenía una infección. Había sido taxista. Yo estaba sorprendido porque oía a las enfermeras que unas veces le llamaban Pedro y otras Pablo. Para salir de mis dudas, solos en la noche, le pregunté sobre el tema y me contestó:
Mi madre quería llamarme Pedro y mi madrina, Pablo. El cura del pueblo queriendo contentar a las dos partes y acordándose de la sabiduría del Rey Salomón dijo:
-Se llamará Pedro Pablo.
Llegó el día señalado. Habían avisado que hacia las 12 me operarían. Efectivamente sobre esa hora aproximadamente vino el celador para llevarme a la planta baja, dirección quirófano. En la habitación, antes de bajar, había estado rodeado de mis familiares.
Me llevaron al quirófano. Me sentaron y con la cabeza hacia abajo me pusieron la epidural en el final de la espalda. No es nada agradable, por cierto.
Después me tumbaron hacia el lado derecho, pues iban a intervenirme la cadera izquierda. Me pusieron unos topes a cada lado para evitar que me moviese. Después, me colocaron como un telón para que no pudiese ver nada: sólo veía los gorros verdes de los cirujanos. Cuando vieron que la anestesia ya había hecho su efecto, comenzaron la operación. Oí unos martillazos y ruidos extraños, como si de un serrucho o una escofina de carpintero se tratara. Me recordaron a los golpes que oía de pequeño cuando mi padre trabajaba en su taller. También de vez en cuando me movían como pretendiendo encajar alguna pieza. Como no te permiten tener el reloj, no pude ver el tiempo que duró la intervención, aunque calculo que unas dos horas.
Después de la operación el cirujano salió a comunicar a la familia que había salido bien.
Lo que vino después fue peor: estuve en observación unas horas, sin poder moverme y con un dolor en la espalada espantoso. Me subieron a la habitación a las siete de la tarde y allí me esperaba mi familia. Esa noche fue la peor.
Ayer me dieron el alta y, aunque tengo que hacer una serie de ejercicios y tener cuidado con los movimientos, estoy bien.
Quiero daros las gracias por todos vuestros comentarios de ánimo y apoyo.
Amigos blogueros, ¡a caminar!

miércoles, 20 de mayo de 2009

UN PARÉNTESIS


Hola amigos:
Hacía tiempo que estaba esperando este aviso y hoy he recibido la noticia: debo presentarme en el Hospital de Alcorcón, el jueves (mañana) a las 7 de la tarde para ser operado de la cadera el viernes día 22. Soy diabético, tengo insuficiencia renal y según los médicos hay un cierto riesgo. No obstante, estoy animado y tengo fe en que todo saldrá bien. Estamos en las manos de Dios ... “y de los artistas que utilicen los bisturís y demás aparatos…”
“No sabemos ni el día ni la hora”(Mt.25)
Amigos blogueros, os tengo en el recuerdo.
Saludos!

sábado, 16 de mayo de 2009

MI TIO GABRIEL

Todos de pequeños hemos tenido un familiar preferido; ya sea una abuela un abuelo, un tío… El que más nos ha querido, el que siempre que podía nos traía una golosina, una atención.
Nosotros éramos cuatro hermanos (todavía quedaban unos años para que llegase el quinto). Los tres primeros muy parejos: 10, 9 y 8 años y una niña pequeña. Éramos los únicos sobrinos que tenía mi tío Gabriel. Mis padres tenían una pequeña mercería en el barrio, que se creó gracias a la idea de mi tío para cuando nosotros fuéramos mayores ocuparnos de ella. Él se acercaba todos los días a casa para llevar la contabilidad.

Todos los domingos nos compraba el tebeo “Flechas y Pelayos”, con su correspondiente propina o algunas chucherías. A los tres nos quería por igual. Al menos nosotros no notamos ninguna preferencia. Cuando él se sentaba a la mesa para almorzar, me fijaba cómo tomaba los jureles que mi madre con tanto amor le preparaba. Cuando pelaba una naranja, a mí me parecía un artista, viéndole cómo se desenvolvía, empleando el cuchillo y el tenedor, sin llegar a tocarla con las manos
Pasado un tiempo, cuando yo era joven e iba de vacaciones (año 1948) me dejaba la bicicleta. ¡Lo que disfruté recorriendo toda Melilla por los cuatro puntos cardinales! No me cansaba (lo que se puede hacer teniendo juventud…)
En otro verano, en vez de bicicleta, él tenía una moto “Panther”. Ocurrió lo mismo que con la bicicleta, a diferencia de que tenía que emplear gasolina.
Pasó igual con el coche y entonces sí que lo pasé en grande. Casualmente ese verano la compañía de teatro de Pepe Mairena (el que compuso la canción “Tengo una ovejita lucera”) actuaba en Melilla. Emilio el Moro y Antonio Molina formaban parte del grupo: a ambos los llevé de paseo por toda la ciudad. Me encontré muy emocionado al verme en compañía de personas famosas del escenario. Es una pena que ninguno de los tres estén ya con nosotros.
Entre todos los tíos, sin lugar a duda, mi tío Gabriel ha ocupado el mejor puesto de todos, seguramente porque he convivido más tiempo con él. Han transcurrido tres años desde que mi tío Gabriel nos dejó.
“En la vida existen momentos en los que extrañas mucho a una persona; tanto, que quisieras sacarla de tus sueños y abrazarla muy fuerte”.

domingo, 10 de mayo de 2009

LA FORTUNA DE SER BLOGUERO

Al dejar un comentario en el blog de Abuela Cyber (http://abuelaciber1000.blogspot.com) me han llamado la atención sus palabras, que dicen así:
“La interrelación bloguera se nutre con los sentires que dejamos expresados y con el tiempo se convierten en un vínculo de amistad”.
Es maravilloso ver cómo practicamos la comunicación en la distancia con toda su amplitud. Todos los días leemos mensajes, entradas escritas por personas a las que no conocemos físicamente y que de alguna manera coinciden con nuestras opiniones, con experiencias parecidas a las que nos ocurren a nosotros.
De esta forma, esta afición me ha puesto en contacto con todo un abanico de personas y situaciones:
-El que una futura madre primeriza nos muestre su alegría, sus sufrimientos y sus gozos en su tiempo de embarazo, es emocionante.
-Que una persona mayor nos cuente que se va con “los viejos” (sic) a tomar un chocolate con churros y a pasarlo bien, eso es vida.
- Aquella que hace un gran viaje con sus amigas fuera de España es envidiable.
- Que una persona nos cuente sus sentimientos ante la llegada de un sobrino con síndrome de Down es enternecedor.
- Que nos muestren poemas u opiniones sobre libros, es cultura y de agradecer.
- Los videos que llevan un mensaje de gran valor ético, nos relajan y nos hacen reflexionar
En fin, en todo este mundo veo una gran comunicación, donde predomina la rapidez, la sinceridad, el entretenimiento y por supuesto la dedicación y el encuentro con personas a las que de otra forma no conoceríamos nunca.
Los que estamos en este mundillo bloguero, sin conocernos, estamos apoyándonos unos a otros en la vida, a veces en la enfermedad. No exigimos nada, sólo el recuerdo y el apoyo moral.
“No esperemos que la vida sea justa”, pero con personas a nuestro lado las injusticias serán más llevaderas. Los que ya llevamos cierto recorrido en ella (por no decir que somos viejos) sabemos de las alegrías y sinsabores que lleva consigo el cumplir años. Es cierto que cada uno debemos llevar nuestra cruz, pero también es cierto que será más liviana si hay apoyo por parte de familiares, amigos, vecinos y…
¡¡Blogueros!!
¡Sabemos que la unión nos hace fuertes!

martes, 5 de mayo de 2009

EL CERCO DE ARTAJONA

En el suplemento El viajero, del periódico El País del día 25.4.09, Patricia Gosálvez, tratando del Cerco de Artajona decía lo siguiente:

“Recién remodelado, se han gastado cuatro millones de euros en hacerlo. El Cerco, a unos 30 kilómetros de Pamplona, es uno de los conjuntos fortificados mejor conservados de Navarra. Nueve bestorres (abiertas por un lado) de las que probablemente fueron 17, permanecen orgullosamente erguidas desde el siglo XI "

Cuando estudiaba el bachiller en Puente la Reina hacia 1948, los mayores fuimos de excursión a este pueblo. Antes de entrar en él existía una explanada donde se cultivaba el palodú o regaliz. Cuando yo compraba esta chuchería en los puestos de Melilla, yo creía que procedía de las ramas de los árboles y en Artajona aprendí que eran raices. Nos hizo ilusión el poder saborear “in situ” esta rica golosina.
Entramos en el pueblo. Por el reportaje antes citado, he sabido que allí, en 1977, se rodó la película “Robin y Marian” de Sean Connery y Audrey Hepburn.

“ Lo más famoso a nivel popular de esta iglesia son sus campanas, no por los mil kilos que pesan, sino por ser las únicas que se bandean al revés, es decir tirando de ellas en vez de empujándolas, el mas difícil todavía”

Más tarde, hacia los años 60, una rondalla compuesta por los chavales de la escuela, fue al salón de actos del colegio de los Padres del Corazón de Jesús, en Puente, para interpretar un repertorio de jotas navarras. Me acuerdo que las grabé todas. Una de ellas me la aprendí de memoria y algunas veces la tarareo y dice así:

La ciudad no es para mí.
Viva Cerco de Artajona
La ciudad no es para mí.
Y aunque me dejen solico,
a Pamplona no he de ir
y a Pamplona no he de ir.
¡Viva el Cerco de Artajona!

Es una buena noticia el que se haya remodelado tanto el Cerco como la iglesia de San Saturnino.
¡Cuánto disfrutaría dando una vuelta de nuevo por ese Cerco con el ambiente tan medieval!