... allí en la playa...
Cuando estamos en un lugar durante mucho tiempo y salimos de vacaciones, el cambio, por lo general, suele ser agradable. Puede resultar algo maravilloso por el contraste que existe entre uno y otro lugar. Si estás mucho tiempo viviendo en el interior y te desplazas a un lugar de playa, nos da la impresión de vivir en otro mundo, en otro planeta, en otra vida: el ver el mar, el sentir su olor, el acariciar la arena, el conocer otras personas y costumbres, caminar por el paseo... Aunque seamos prisioneros del tiempo experimentamos la sensación de que el tiempo va más lento; como si viviéramos más.
Un grupo de enfermos renales hemos disfrutado de unos días maravillosos en la Playa de San Juan (Alicante) gracias a la labor que viene desarrollando Alcer en estos últimos años. No era la temporada alta, por lo que pudimos sentirnos más cómodos porque no había demasiada gente. No obstante, el comercio "playero", funcionaba a pleno rendimento: se movían senegaleses y orientales dando masajes o vendiendo cosas como: relojes, mecheros, pulseras, anillos, abanicos, vestidos, CDS, sombreros, bolsos, gafas... En definitiva: todo un centro comercial ambulante.
Hablando con uno de los vendedores y haciéndole algunas preguntas me contó que el dinero que ganaba, lo enviaba para sus mujeres y sus hijos, que dentro de cinco años tendría otra mujer (la tercera) y quería llegar a tener 20 hijos. La cultura de su país es así: a más mujeres, mejor posición social.
La verdad es que he pasado unos días formidables, con muchas anédotas que contar, pero me quedaré con una:
Paseando por la arena apoyado en mi bastón, tropecé, no guardé el equilibrio y caí al suelo. Se me pusieron los ojos húmedos de pena e impotencia. Me acordé entonces de una canción de Peret: “Una lágrima cayó en la arena”... A mí no se me cayó una lágrima , pero me caí con todo el equipo. Afortunadamente, no hubo mayores consecuencias.
Paseando por la arena apoyado en mi bastón, tropecé, no guardé el equilibrio y caí al suelo. Se me pusieron los ojos húmedos de pena e impotencia. Me acordé entonces de una canción de Peret: “Una lágrima cayó en la arena”... A mí no se me cayó una lágrima , pero me caí con todo el equipo. Afortunadamente, no hubo mayores consecuencias.
Ahora ya he regresado a la vida normal y mi estancia en San Juan forma ya, parte del recuerdo.
[Fotografía tomada desde mi habitación en el hotel "Almirante"]
11 comentarios:
Vacaciones ¡si! que ganas tengo de hacer un viajecito. Me legro de que te fuera bien y de que esa caida no tuviera consecuencias. Un saludo
Me alegro que te lo hayas pasado bien, quitando esa tonta caida, menos mal que sin consecuencias.
Bienvenido de nuevo a casa y espero que no muy deteriorado por la caída.
He perdido mi lista de seguidores y me gustaría contar de nuevo contigo, si no es mucha la molestia clica en mi nuevo gatchet de miembros. Gracias de nuevo y saludos
A mí también me pasa: cuando voy a la playa los días me parecen larguísimos.
Me alegro de que hayas pasado unos buenos días; el cambio de aires siempre es beneficioso, incluso con caídas, jajaja.
Cuídate y bienvenido!!
Me alegro que te lo hayas pasado bien. Ya nos contarás alguna anécdota.
Un abrazo, amigo
Siento lo de tu caída y me alegro por tus vacaciones.
Hace tiempo que te sigo, pero quisiera tener más para visitar a tantos amigos blogueros.
Salud y felicidad.
Me alegra saber que lo has pasado muy bien. Te mando desde Argentina, un poco del frío polar que tenemos, para que te refresques.
Un beso.
mariarosa
Me alegro mucho que hayas disfrutado, y es que el verano es época para disfrutar de la playa, o de las cosas que más nos guste, sobre todo, desde la paz y sosiego, sin prisas ni despertadores.
Un beso.
me alegro estimado y respetado amigo que hayas disfrutado de tus vacaciones pues te lo mereces, un besin de esta amiga admiradora.
Hola, Me gusto tu blog, te sigo, y no te preocupes por la caida, si no hay hueso roto, lo que duele a raudales es el orgullo, pero nada, a mas de eso, parece estas bien, un abrazo cálido desde Chile,
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