viernes, 29 de agosto de 2014

UNA BONITA ESTAMPA

El abuelo salió temprano, de madrugada. Llevaba  bastón, boina y una ligera maleta. Después de una larga ausencia volvía a su casa, donde vivían sus hijos y su nieto. Pasar la montaña no había sido nada fácil. Le acompañaban la soledad y los trinos de los pájaros. La vegetación rodeaba el vasto paisaje. Un riachuelo con una pequeña cascada bajaba de la montaña. Se sentó sobre una piedra, comió y sació su hambre. Llegó a una llanura. A lo lejos se divisaba una casa, la que siempre fue del abuelo. Al acercarse a ella, le invadió la emoción. Una criatura de ocho años, flequillo en la frente y con tirantes, alzaba las manos gritando: "¡Abuelo... Abuelo... Abuelo... Abuelo!". Era lo que el abuelo oía: una voz pueril y lejana. El nieto, con lágrimas de emoción, abrazó y besó a su abuelo. Agarrados de la mano caminaron hacia lo lejos, donde se divisaba la casa. Los padres, en el dintel de la puerta, esperaban la llegada.
¡Qué reconfortante y agradable es convivir con amor! Abuelo, hijos y nieto: todos en uno.

5 comentarios:

Tracy dijo...

Qué emotivo!!!, me has hecho llorar.

La utopía de Irma dijo...

Es bonitooo hasta el final.

Abrazote utópico, Irma.-

Zamarat dijo...

La imagen de una abuelo junto a su nieto es una de las más bonitas que se pueden ver.
Magnífica entrada.
Abrazo!

Josefa dijo...

Afortunados los abuelos que se sienten queridos.
Me encantó leer.
Un abrazo.

Abuela Ciber dijo...

Un ocaso de paz y amor
Mas no se puede pedir

Cariños