Cuando era un chaval (18 años), estuve de profesor en el Colegio Fray Luis de León, en Madrid. Me encomendaron la clase de primaria, con 60 alumnos matriculados. El principal objetivo era enseñarles a leer y escribir, pero de vez en cuando hacía más amena la clase dando nociones de geografía, historia, los números, etc…
Hace poco me llevé una alegría en un cóctel que se celebraba en la universidad ESIC, en Pozuelo de Alarcón. Estando con un grupo de amigos, se acercó una persona al grupo y poniendo su mano sobre mis espaldas comentó:
- Esta persona que veis aquí, fue la que me enseñó a leer y a escribir.
Me cayó de sorpresa que, después de haber transcurrido tanto tiempo, alguien me recordar momentos felices de mi juventud. Eso me hizo recordar algunos episodios.
En una ocasión, al comenzar la clase por la tarde, se acercó uno de los padres con su hijo y, mostrando cierta emoción, me dijo:
- ¡No sabe lo contento que estamos mi mujer y yo, con tener a nuestro hijo en el colegio! Estábamos en la comida y en una de las pausas se le ocurrió decir al chico: “Y la tierra tiene dos movimientos: uno de rotación, y otro de traslación”. ¡No puede imaginarse - me decía- el intercambio de miradas entre mi mujer y yo! Me hizo pensar en aquel momento lo que muchas veces hemos oído: “que los chicos son como cera blanda, que tienen un fuerte don de asimilación”.
Este detalle aumentó la fuerza en mi trabajo y me hizo prestar especial atención a esos niños, futuros hombres del mañana. Los años transcurridos en esta experiencia fueron muy positivos y salí del centro con verdadera vocación de educador. Sin embargo, la vida me llevó por otros caminos. En realidad, me quedé con pena de no seguir con esta labor.
Hace poco me llevé una alegría en un cóctel que se celebraba en la universidad ESIC, en Pozuelo de Alarcón. Estando con un grupo de amigos, se acercó una persona al grupo y poniendo su mano sobre mis espaldas comentó:
- Esta persona que veis aquí, fue la que me enseñó a leer y a escribir.
Me cayó de sorpresa que, después de haber transcurrido tanto tiempo, alguien me recordar momentos felices de mi juventud. Eso me hizo recordar algunos episodios.
En una ocasión, al comenzar la clase por la tarde, se acercó uno de los padres con su hijo y, mostrando cierta emoción, me dijo:
- ¡No sabe lo contento que estamos mi mujer y yo, con tener a nuestro hijo en el colegio! Estábamos en la comida y en una de las pausas se le ocurrió decir al chico: “Y la tierra tiene dos movimientos: uno de rotación, y otro de traslación”. ¡No puede imaginarse - me decía- el intercambio de miradas entre mi mujer y yo! Me hizo pensar en aquel momento lo que muchas veces hemos oído: “que los chicos son como cera blanda, que tienen un fuerte don de asimilación”.
Este detalle aumentó la fuerza en mi trabajo y me hizo prestar especial atención a esos niños, futuros hombres del mañana. Los años transcurridos en esta experiencia fueron muy positivos y salí del centro con verdadera vocación de educador. Sin embargo, la vida me llevó por otros caminos. En realidad, me quedé con pena de no seguir con esta labor.
5 comentarios:
Que bonita e interesante historia!!
Que lastima, la verdad que si, que
no pudieras seguir,pues no todos los
que se dedican a la enseñanza,
realmente les gusta y eso se nota y
se refleja en sus alumnos.
Pero seguro que fuera lo fuera a lo
que después te dedicaras, le pondrías
el mismo interés, y seguro que debió
de dar un buen fruto.
____Un beso
Hola Manrique!!!!
Si quieres pasar por mi blog,
tengo un premio para ti.
____Un beso
ay Manrique que emoción al oir a una persona adulta decirte que tú le enseñaste, que bonito!!y que se acuerden de tí y se dirigan a tí significa que además de ser buen profesor eras buena persona con ellos y eso nunca se olvida.
Los caminos que nos depara la vida son muchos y diversos.
besos
Qué entrada taaan bonita!! Qué pena que no te pudieses dedicar a la enseñanza: estoy segura de que hubieras sido un profesor estupendo.
Este es mi quinto año como profesora y estoy encantada.
Me parece precioso que alguien, después de tanto tiempo, se acerque a decirte algo tan bonito. Ojalá me pase a mi algún día.
Seguro que fuiste un gran profesor, por eso te recuerdan. Un abrazo de una colega (de inglés).
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