Hace mucho tiempo, tuve que ir en coche de Madrid a Asturias. Por aquellas fechas, el túnel que hoy existe estaba en construcción. Todo el tráfico forzosamente debía de pasar por el puerto Pajares. Al ir es más fácil, ya que uno va subiendo sin apenas darse cuenta a una altura de 1.379 metros. Estaba nevado pero no lo suficiente para que se viera todo blanco. Me quedé extasiado viendo el paisaje: todo un espectáculo de colorido y vida. Existe un fuerte contraste en la vegetación entre la vertiente leonesa y la asturiana.
Cuando acabé la subida, hice un alto en el camino. Después de tomar un cafelito en el Parador, retomé la carretera: comenzaba el descenso. Cuando observé en una de las indicaciones que había un 15% de descenso, me armé de precaución por la cuenta que me traía. Se notaba ostensiblemente el cambio de temperatura. Era un día tristón, con algo de niebla. No puedo olvidar las hermosas vistas de las que estaba gozando.
Llegué a Piedras Blancas y allí necesariamente tuve que repostar. Llevaba un Citröen 2cv. Hice todos los trámites, aproveché para revisar la presión de los neumáticos, el nivel del aceite y … ¡En marcha!
Entré en la plaza de Muros del Nalón, lugar de destino. Cuando paré el vehículo, desde el interior vi que salía humo del motor. Salí rápido, levanté el capot y…¡Horror!
Se veía una llamarada de fuego que me cortaba la respiración. El coche lo había aparcado próximo a una vivienda de la plaza. La puerta estaba abierta, entré con la rapidez que requería el caso exclamando: “¡Agua! ¡Agua!”. Asustada, la dueña al instante me sacó un cubo de metal con agua. Salí disparado hacia el coche con el cubo y desde la acera de enfrente oí una voz que me decía: “¡Nooooooo!”.
Yo, sin ninguna contemplación y sin hacer caso a lo que oía, vertí el agua
en el motor y al instante se apagó la llama.
¿Qué ocurrió?
Los vehículos 2cv, gastaban más aceite del debido, por lo que en previsión había que llevar una lata de aceite de repuesto. La lata, juntamente con el trapo, iba dentro del motor. En la gasolinera no había dejado el trapo lo suficientemente sujeto, de tal forma que en el trayecto se cayó a los manguitos y la tela, con el roce, originó la llamarada.
El susto fue muy grande. Tenía razón “el paisano” que me indicaba que no lo hiciera, porque en estos casos, había que sofocar el fuego con una manta o algo similar ya que con agua se expande más el fuego.
Cuando acabé la subida, hice un alto en el camino. Después de tomar un cafelito en el Parador, retomé la carretera: comenzaba el descenso. Cuando observé en una de las indicaciones que había un 15% de descenso, me armé de precaución por la cuenta que me traía. Se notaba ostensiblemente el cambio de temperatura. Era un día tristón, con algo de niebla. No puedo olvidar las hermosas vistas de las que estaba gozando.
Llegué a Piedras Blancas y allí necesariamente tuve que repostar. Llevaba un Citröen 2cv. Hice todos los trámites, aproveché para revisar la presión de los neumáticos, el nivel del aceite y … ¡En marcha!
Entré en la plaza de Muros del Nalón, lugar de destino. Cuando paré el vehículo, desde el interior vi que salía humo del motor. Salí rápido, levanté el capot y…¡Horror!
Se veía una llamarada de fuego que me cortaba la respiración. El coche lo había aparcado próximo a una vivienda de la plaza. La puerta estaba abierta, entré con la rapidez que requería el caso exclamando: “¡Agua! ¡Agua!”. Asustada, la dueña al instante me sacó un cubo de metal con agua. Salí disparado hacia el coche con el cubo y desde la acera de enfrente oí una voz que me decía: “¡Nooooooo!”.
Yo, sin ninguna contemplación y sin hacer caso a lo que oía, vertí el agua
en el motor y al instante se apagó la llama.
¿Qué ocurrió?
Los vehículos 2cv, gastaban más aceite del debido, por lo que en previsión había que llevar una lata de aceite de repuesto. La lata, juntamente con el trapo, iba dentro del motor. En la gasolinera no había dejado el trapo lo suficientemente sujeto, de tal forma que en el trayecto se cayó a los manguitos y la tela, con el roce, originó la llamarada.
El susto fue muy grande. Tenía razón “el paisano” que me indicaba que no lo hiciera, porque en estos casos, había que sofocar el fuego con una manta o algo similar ya que con agua se expande más el fuego.
Ese día tuve mucha suerte. Alguien de Arriba me tuvo que proteger.
4 comentarios:
Valla, valla!!!!!
Que historia,menos mal
que no paso nada más, pero
dime el coche volvió a funcionar,
o te tuviste que volver a patita je,je.
La verdad que a mi tambien
Asturias me encanto, sus paisajes
y sobre todo su gente.
________Un beso
Es verdad!, se me había olvidado decir qué pasó al final con el coche. Afortunadamente sólo se quemó un manguito, así que pude utilizarlo.
Después de este viaje, volví a pasar muchas más veces por Pajares, pero ninguna me hizo tanta impresión como etsa primera vez.
Me encanta leer todas tus historias que nos cuentas, van llenas de tanto sentimiento!! pero en esta me he podido reir,jaja, no te puedes ni imaginar, es que te veo ehando el agua en el motor,jeje.
besos
Felizmente no paso a cosas mayores. Dios estuvo contigo !
Que bueno !
Abrazos: el gato
* Viendo la parte positiva, lograste ver unos paisajes maravillosos !
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